Conoce los tres patrones alimentarios básicos del ser humano y descubre cómo te pueden estar afectando (II)

2. Patrón de restricción

En nuestro artículo anterior hablábamos de cómo el patrón de comer emocional es una conducta natural en el ser humano desde que nacemos y desde el comienzo de los tiempos en el ser humano. La finalidad que persigue este patrón es la impulsarnos a buscar comida en un entorno en donde había escasez de comida y para ello la naturaleza se ayudó de un mecanismo donde los seres humanos sentimos placer al comer, especialmente al ingerir azúcares y grasas ya que son los alimentos donde más calorías ingerimos.

Ahora bien, hoy en día es muy fácil acceder a la comida, es una recompensa inmediata, solo tenemos que ir a la nevera y cogerla y si la usamos para gestionar estados emocionales negativos o para recompensarnos o castigarno, por poner un ejemplo, puede suponer que estemos ingresando unas calorías, una energía al cuerpo que realmente no estamos necesitando. Como consecuencia nuestro cuerpo lo va a manifestar engordando .Dentro del contexto y sociedad donde vivimos se prima mucho la imagen corporal y el sentir que el comer emocional nos puede estar llevando a engordar puede desencadenar comportamientos de restricción: a controlar la comida para no engordar.

Es en este momento donde el patrón de comer emocional se comienza a conectar con el patrón de comer restrictivo. Empezamos a restringir la comida para compensar el patrón de comer emocional. El comer restrictivo, cuanto más evito comer aquello que ansío, más aumenta mi deseo por el comer ese alimento y seguramente más crecerá el patrón de comer emocionalmente hasta que no puedo más y acabo comiendo más de lo que necesitaba. Entonces volvemos a conectar con el patrón restrictivo, controlamos la comida y nos prohibimos comer alimentos que nos producen placer porque creemos que engordan o nos prohibimos el hambre real y entramos en un ciclo abrumador que no sólo afecta al peso, sino también a nuestra salud mental.

 

Otra opción puede ser cuando el origen de nuestra relación alterada con la comida es el propio patrón de restricción. Puede ocurrir que de pequeños hayamos crecido con un cuerpo más grande de lo que nuestra sociedad considera un cuerpo correcto. Entonces es probable que en algún momento hayamos recibido comentarios por parte de personas de nuestros círculos familiares o escolares, por parte de padres, amigos, maestros que nos hayan hecho pensar que nuestro cuerpo no era válido, correcto. También puede ser que en nuestra familia hayamos vivido un modelo de alimentación basado en las dietas y en el control del peso a través de la restricción. Nuestra sociedad gordofóbica, además de marcar lo que es un cuerpo normativo también nos dice que la solución viene por ponerse a dieta. Esto quiere decir que desde bien pequeños se inician conductas donde se restringen los alimentos que la cultura de la dieta etiqueta como prohibidos porque contienen mayor cantidad de calorías, nos referimos a los azúcares y las grasas. Ya sabemos que justamente éstos son los alimentos que mayor placer nos proporcionan al comerlos y son los que se trata de controlar como estrategia de controlar el cuerpo. Ya hemos visto que la consecuencia de tratar de evitar los alimentos más placenteros aumenta nuestro deseo por ellos y cuanto más nos los prohibimos, más los ansiamos. De esta manera aumenta nuestra ingesta de este tipo de alimentos ricos en azúcares y grasas y así el patrón de comer restrictivo se va conectando con el patrón de comer emocional. Aprendemos que al ingerir los alimentos que nos prohibimos hay un alivio y es muy fácil que nuestro cerebro use este recurso rápido para gestionar otras experiencias en nuestro dia a dia, por ejemplo para calmarnos o consolarnos cuando nos sentimos con ansiedad o estrés o hemos tenido una discusión y nos sentimos mal.

3. Patrón guiado por estímulos externos

El patrón guiado por estímulos externos, como en el caso de los otros dos patrones, veremos que éste tampoco se manifiesta de manera independiente y aislada de los demás patrones alimentarios. Más bien conviven y se influyen unos a otros aunque bien es cierto que una persona puede venir de un patrón concreto y éste predominar o influir de manera más específica en la conducta alimentaria.

El patrón guiado por estímulos externos está guiado por los sentidos, por lo que veo, por lo que huelo y por el sentido del gusto, la boca. Es el comer porque lo veo y lo quiero, lo huelo y lo quiero y me parece tan rico que quiero más. En nuestra sociedad vivimos muy desde el piloto automático, desde una mentalidad de hacer una cosa después

 

de la otra, por hábitos, sin tiempo a parar, comiendo en muchas ocasiones porque toca y todo esto nos desconecta de nuestras sensaciones corporales y es muy común que no estemos percibiendo si de verdad estamos sintiendo hambre real o no, si mi cuerpo necesita ese alimento o no y si ya estoy saciada o no. Desde éste vivir más en la mente y sin conciencia corporal es fácil dejarse llevar por los sentidos y comer más de lo que mi cuerpo necesita y excedernos en la cantidad de energía ingerida. Este patrón es perfectamente normal en nuestra sociedad donde existe una abundancia exagerada de comida además de ser sumamente accesible. Imaginemos que estamos en un supermercado rodeados de comida y hemos entrado con un poco de hambre. Probablemente nos dejaremos llevar por lo que vemos, y si no estoy conectada con mis sensaciones internas seguramente querremos lo que vemos y tengamos conductas de sobreingesta. Ahí podemos sentir que nos estamos engordando lo que derivará inconscientemente en que hagamos conductas restrictivas para compensar el patrón guiado por estímulos externos. El patrón restrictivo, el tratar de controlar la comida para controlar el cuerpo, como ya hemos visto, conecta con el patrón de comer emocional, calmándonos con la comida y nuevamente trataremos de compensarlo aumentando las conductas restrictivas. Los patrones alimentarios suelen estar interconectados y acaban guiando nuestras conductas alimentarias de manera inconsciente.

Ahora que conoces cómo funcionan los patrones alimentarios y cómo están potenciados e influidos por todo lo que acabamos de ver es más fácil que puedas desculpabilizarte a la vez que puedes tomar cierta responsabilidad en cómo quieres autoayudarte. El primer paso puede ser decidir que seguir dejándote guiar por estos patrones inconscientes no te va a ayudar.

Una de las técnicas más avaladas en consulta para trabajar con los patrones alimentarios es el midfulness o conciencia plena.

Se trata de llevar nuestra conciencia, que suele estar en la mente y en modo logro de hacer, hacer, a la conciencia plena, que incluye nuestra conciencia corporal, lo que estamos experimentando en nuestro interior en el aquí y ahora. Esta experiencia interna incluye los pensamientos, las emociones y las sensaciones internas, por ejemplo nuestras sensaciones de hambre, de saciedad, sensaciones o movimientos corporales y también lo que están percibiendo nuestros sentidos.

 

Esta práctica nos permite salir del modo piloto automático y de que los patrones guíen nuestras conductas alimentarias.

Por ejemplo si me doy cuenta que el patrón de restricción está guiando mi conducta, de que tengo un pensamiento de restricción puedo simplemente observarlo sin juzgarlo, porque no es incorrecto, es una conducta perfectamente normal dentro del ser humano y de la cultura y sociedad en la que vivimos y puedo decidir si quiero hacerle caso o no. Si me doy cuenta que estoy sintiendo una emoción, puedo observarla e identificarla y puedo abrir un espacio para decidir cómo quiero gestionarla o atenderla, si voy a comer o si voy a hacer otra cosa. Si paso al lado de una panadería y huelo pan recién horneado puedo sentir si tengo o no sensación hambre y decidir si necesito comer o no.

Como ves, el practicar la atención plena a nuestra experiencia interna en el aquí y ahora nos permite entender mejor qué es lo que nos está pasando y nos permite hacer algo diferente a los que los patrones alimentarios nos están dirigiendo.

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Desde mi enfoque vamos  a descubrir qué se esconde detrás de tu relación disfuncional con la comida y el cuerpo y qué hay detrás de esa ansiedad por comer ya que el problema nunca es la comida ni tu falta de voluntad. Sí exploraremos y trabajaremos en que tomes consciencia sobre cómo se ha desarrollado la relación que tienes con la comida y qué función tiene en tu vida, en la relación contigo misma y con tu cuerpo, en cómo gestionas tus emociones, en cuáles son tus patrones alimentarios inconscientes, en como te relacionas con los demás, que parcelas de tu vida están desatendidas o que necesidades no estás cubriendo. Te ayudaré a que desarrolles las habilidades necesarias para incorporar hábitos y patrones alimentarios saludables y que seas capaz de mantenerlos a largo plazo, a la vez que aprendes a enfocarte en todas las cosas importantes para ti.

Mi forma de acompañarte, además de la hora de terapia semanas y bimensual, consiste en ofrecerte siempre que necesites apoyo y contención en momentos difíciles y respuesta a dudas entre las sesiones via llamada, email o whatsapp.

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