Me cuesta mirarme al espejo: claves de la aceptación corporal

Hoy voy a tratar un tema que la mayoría de mujeres de nuestra sociedad vamos a sentir que nos toca, nuestra imagen corporal. Indistintamente de si nuestro peso se encuentra dentro de lo normativamente correcto o si tenemos un cuerpo más grande, muchas de nosotras nos sentimos o hemos sentido en algún momento en lucha con él. Un indicador de esta lucha son los pensamientos que aparecen en nuestra mente cuando pensamos o miramos nuestro cuerpo. Suelen ser pensamientos del tipo “con unos kg de menos me gustaría más”, “soy gorda y así quién me va a querer”, ”este vestido disimula mi cuerpo”, ”tengo piernotas y no puedo llevar falda” ,”odio mi tripa”, ”con mallas anchas y vestida de negro pasaré

inadvertida” ,”cuanto más delgada mejor”… Es probable, que frente al espejo, o también en situaciones donde nos sentimos más vulnerables frente al juicio de los demás, que nos dirigimos frases especialmente duras y exigentes, frases que no se las diríamos ni a nuestro peor enemigo.

Estos pensamientos críticos van apareciendo en la medida que, al mirar nuestro cuerpo nos enfocarnos en las partes que mayormente rechazamos de él y a su vez, lo comparamos con el ideal de cuerpo delgado poco real que hemos ido integrando y que proviene del modelo de cuerpo correcto imperante en la actualidad en nuestra sociedad occidental.

Podemos ir comprendiendo, que la imagen corporal no es una experiencia física sino más bien una experiencia mental pero que termina afectando a nuestro cuerpo porque los pensamientos tienen una influencia sobre nuestras emociones y si yo pienso que mi cuerpo no debería ser así esto me acaba generando una emoción interna de frustración, de enfado de querer cambiar mi

 

cuerpo o de lucha que se experimenta emocionalmente y que acaba generando malestar físico.

Pero ¿cómo podemos definir la imagen corporal?

Se trata de la representación mental que hace una persona de su propio cuerpo, como si se tratase de una fotografía interna de nosotros mismos a nivel físico. Cuando nos miramos en un espejo nos vemos y percibimos a nosotros mismos de una forma un tanto subjetiva, más bien cómo creemos que somos tal y como nos hemos visto. Los sentimientos y pensamientos que experimentemos respecto a cómo percibimos nuestro físico, también van a conformar nuestra imagen corporal y van a determinar tanto el cómo nos sentimos con nuestro cuerpo como dentro de nuestro cuerpo.

En este artículo vamos a tratar cómo la manera en que percibimos a nuestro cuerpo y las emociones asociadas a éste, pueden influir en nuestra forma de alimentarnos y predisponernos hacia una forma alterada de alimentación. Concretamente, es habitual encontrar en obesidad o personas con normopeso que presentan una relación alterada con la comida, verbalizaciones negativas hacia el propio cuerpo, acciones de rechazo, vergüenza y frustración por no tener un cuerpo correcto.

Además, es importante comprender que la imagen corporal y la autoestima están estrechamente relacionadas. Es más, el cómo percibamos nuestra imagen corporal es un elemento clave de nuestra autoestima. Así, a mejor imagen corporal mejor autoestima y viceversa.

Dadas las implicaciones negativas que tiene una mala imagen corporal a nivel de bienestar y salud, parece realmente importante entender cómo se ha formado y desde esa comprensión ver cómo podíamos mejorarla.

 

La imagen corporal se va construyen a lo largo de la vida influenciada por múltiples factores que resumimos en tres categorías.

  1. Por los mensajes que hemos recibido acerca de nuestro cuerpo:

mensajes tanto implícitos como explícitos que hemos ido recibiendo a lo largo de nuestra vida de nuestro entorno social más cercano: familia, amigos, conocidos, en la escuela. “la gordita”,”no hay talla de bañador, tiene que ir a la sección de adultos”, “con tu peso no puedes comer postre”, ”a esta niña ni agua”, ”mira tu prima que delgada”

 

  1. Por los mensajes que nos decimos a nosotros mismos: “Mis brazos son demasiado rollizos”, “mis piernas no son bonitas”

 

  1. Por los mensajes que nos llegan de nuestra cultura y sociedad:

La sociedad en la que vivimos nos va enviando continuamente mensajes de lo que es un cuerpo correcto o incorrecto ya sea través de los mensajes q recibimos de los medios sociales, facebook, instagram, anuncios de tv,.. donde vamos visualizando cómo es un cuerpo normativo y en nuestra mente se va formando ese ideal de cómo debería ser nuestro cuerpo. Además, nuestra sociedad occidental actual nos va transmitiendo que el estar delgado está vinculando a una serie de cualidades personales. En nuestra mente consideramos que las personas delgadas tienen más fuerza de voluntad, mayor probabilidad de conseguir éxito, son personas más responsables y trabajadoras y todo lo contrario a personas con cuerpos más gordos. Se va añadiendo esta parte de cualidades personales en nuestra imagen corporal y finalmente esto queda fijado en nuestras mentes.

 

Es muy importante entender que todos luchamos de una manera u otra con una mala imagen corporal porque nuestra mente tiende todo el tiempo a compararse con un ideal estético “perfecto” y poco real que nos vende nuestra sociedad y si no nos han educado desde una visión donde hay infinidad de cuerpos y todos son igualmente sanos y validos es probable que acabemos desarrollando una mala imagen corporal.

Una mala imagen corporal nos va a conducir a querer manipular o cambiar nuestro cuerpo y esto lo vamos a hacer a través de las dietas, de la restricción y el control de la comida o de hacer ejercicio como medidas para no engordar y esto es muy comprensible teniendo en cuenta de dónde venimos como especie. Nuestro cerebro mamífero ha evolucionado en un contexto de sociedad donde gracias a que nos hemos ayudado, a la colaboración y ayuda que se daba en el grupo, hemos sobrevivido. Nuestra supervivencia, a nivel evolutivo, ha dependido de nuestra pertenencia a un grupo. Necesitamos sentirnos como iguales, aceptados y validados por el grupo al que pertenecemos y en una sociedad donde la delgadez se erige como un valor social imperante  podemos sentirnos en amenaza si nuestro cuerpo se aleja de ese ideal de cuerpo correcto.

Una mala imagen corporal va a suponer una barrera para nuestro autocuidado.

  1. Convivir a diario con la creencia de que” mi cuerpo es incorrecto” supone una fuente de amenaza y estrés considerable y como a hemos comentado anteriormente, activa emociones negativas de frustración y vergüenza así como considerable malestar físico que como forma de gestionarlo nos puede llevar a comer emocionalmente .
  2. En nuestra sociedad occidental es común iniciar dietas restrictivas, prohibirnos ciertos alimentos, compensar ingestas… como forma de controlar el cuerpo cuando lo

 

rechazamos. Hoy en dia sabemos, y las investigaciones científicas así lo avalan, que las dietas hipocalóricas no funcionan y además tienen consecuencias indeseables :

  • 95% de las personas recuperan el peso inicial en 2 años
  • El 98% de las personas recuperan el peso en 5 años
  • Pasar de comer controlado al descontrolado
  • Conductas de sobreingesta o atracón
  • Perpetuación de la relación de lucha con la comida
  1. Una mala imagen corporal va a hacer que me centre en bajar de peso y en qué hacer para De esta manera es fácil que me desconecte de las señales de saciedad y hasta de hambre y nutrición de mi cuerpo desatendiendo sus verdaderas necesidades.

Mejorar la imagen y la relación que tenemos con el cuerpo cultivando la aceptación corporal es una pieza indispensable en el camino de mejora de nuestro bienestar, de nuestra salud porque si estamos en lucha con nuestro cuerpo nos colocaremos en lugares de querer tomar acciones para querer controlarlo iniciando dietas, nos llevará al comer emocional y estaremos en lucha con nosotros mismos y todo esto nos dificultará mucho el autocuidado.

Que puedes hacer para empezar a cultivar tu propia aceptación corporal?

Os dejamos tres claves para que puedan ayudarte en el proceso de vivir en paz con tu cuerpo.

  1. Respetar y cuidar a mi cuerpo tal y como es cambiando el foco:

Puede sonar difícil de lograr cuando quizás en estos momentos sientes que odias a tu cuerpo o rechazas ciertas partes de él. Pero aceptar y respetar no quiere decir que te tenga que gustar tu cuerpo. Se trata más bien de empezar

 

a cambiar la forma de ver y valorar el cuerpo. Cambiar la mirada desde un foco meramente estético, de la delgadez que es un valor social, a un foco más funcional, de todo lo que mi cuerpo me permite hacer, que es un valor personal de lo que para mí es importante y no quiero dejar de hacer. El cuerpo te permite correr, bailar, abrazar, chapotear, respirar, te lleva a donde quieres ir…Aprecia todo lo que puedes hacer con tu cuerpo. Y por todo esto merece ser cuidado y respetado.

  1. Empieza a hablarte y a tratarte con amabilidad:

Date cuenta de las frases negativas que te dices cada día, y que tienen que ver con los mensajes negativos que recibiste en la infancia acerca de ti misma y de tu cuerpo, y ofrécete una mirada compasiva en su lugar. Puede ayudarte el tratarte como lo harías con una buena amiga.

  1. Actuar a pesar de:

No dejes de hacer las actividades que te gustan y son importantes para ti por vergüenza a mostrar tu cuerpo como ir a la playa, al gimnasio, quedar con amigos, ponerte tu vestido favorito…actúa a pesar de la vergüenza. Puedes ayudarte y acompañarte en estos momentos donde hay sufrimiento con una mirada amable y compasiva hacia ti misma y dedicarte un gesto de autoconsuelo en forma de abrazo.

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Desde mi enfoque vamos  a descubrir qué se esconde detrás de tu relación disfuncional con la comida y el cuerpo y qué hay detrás de esa ansiedad por comer ya que el problema nunca es la comida ni tu falta de voluntad. Sí exploraremos y trabajaremos en que tomes consciencia sobre cómo se ha desarrollado la relación que tienes con la comida y qué función tiene en tu vida, en la relación contigo misma y con tu cuerpo, en cómo gestionas tus emociones, en cuáles son tus patrones alimentarios inconscientes, en como te relacionas con los demás, que parcelas de tu vida están desatendidas o que necesidades no estás cubriendo. Te ayudaré a que desarrolles las habilidades necesarias para incorporar hábitos y patrones alimentarios saludables y que seas capaz de mantenerlos a largo plazo, a la vez que aprendes a enfocarte en todas las cosas importantes para ti.

Mi forma de acompañarte, además de la hora de terapia semanas y bimensual, consiste en ofrecerte siempre que necesites apoyo y contención en momentos difíciles y respuesta a dudas entre las sesiones via llamada, email o whatsapp.

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