A menudo, confundimos el hambre real con el hambre emocional, lo que puede llevarnos a comer en exceso y a experimentar sentimientos de culpa y frustración. Es esencial aprender a diferenciar entre estos dos tipos de hambre para promover una relación saludable con la comida y nuestras emociones. En este artículo, exploraremos las señales distintivas de cada uno y te brindaremos estrategias para abordar el hambre emocional:
Hambre Real:
El hambre real es una respuesta natural de nuestro cuerpo a la falta de nutrientes. No es selectivo; simplemente nos insta a comer para satisfacer esa sensación de carencia. Surge en situaciones normales, de manera gradual, y no requiere ser satisfecho de inmediato. Una vez que nuestro cuerpo está satisfecho y lleno de energía, no nos sentimos culpables.
Hambre Emocional:
El hambre emocional es una sensación de hambre incontrolable que nos lleva a consumir alimentos en exceso, picar constantemente y elegir alimentos que no son saludables para nosotros. Es un impulso difícil de frenar y provoca una sensación de falta de control. Algunas personas incluso lo describen como una «adicción».
- Se come de manera rápida, en exceso y de forma automática.
- Es selectivo, siempre nos insta a comer un alimento específico, generalmente alimentos muy sabrosos que generan un aumento de dopamina, lo que crea una sensación de bienestar seguida de culpa por ceder a estos alimentos.
- Surge de manera repentina.
- No proporciona saciedad.
- Aparece en situaciones de estrés, ansiedad o aburrimiento.
- Sentimos culpa después de comer.
- Suelen ser el resultado de una rutina o hábito que se repite en horarios y tipos de alimentos específicos.
- Suele ir acompañado de pensamientos como: «Tengo mucha hambre y no puedo controlarla», «Por la tarde tengo ansiedad y me descontrolo», «Necesito un momento para mí y lo relaciono con la comida», «Tengo hambre todo el día, no puedo controlar la ansiedad por picar constantemente», «Me lo merezco, he tenido un día muy duro», o «Me premio».

En el hambre emocional, tendemos a comer más en ciertos estados emocionales, incluso sin tener hambre fisiológica. Su función es buscar satisfacción o alivio momentáneo para las emociones negativas o preocupaciones a través de la comida.
En el hambre emocional, tendemos a comer más en ciertos estados emocionales, incluso sin tener hambre fisiológica. Su función es buscar satisfacción o alivio momentáneo para las emociones negativas o preocupaciones a través de la comida. Aunque esta estrategia no resuelve ni elimina las emociones negativas, agrega otro problema al involucrar la alimentación compulsiva y desmedida, lo que puede llevar a sentimientos de culpa, fracaso y frustración.
En conclusión, es fundamental aprender a diferenciar entre el hambre real y el hambre emocional para promover una relación saludable con la comida y con nuestras emociones. Reconocer cuando estamos comiendo por razones emocionales nos permite tomar el control y buscar formas más efectivas y saludables de lidiar con nuestras emociones.
Servicio de Psiconutrición de nuestro centro
En las sesiones de psiconutrición te podemos acompañar en tu camino para que puedas recuperar tu salud física y emocional y sobre todo recuperes de una relación saludable con la comida y contigo mismo.
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Haciendo educación emocional, prestando mayor atención a las emociones y sensaciones y a darte cuenta y comprender las propias vivencias. Identificando las propias necesidades y a expresarlas de forma más sana y asertiva y no mediante el cuerpo.
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Lucía y Esperanza